Por Otra Mirada
23 de noviembre, 2010.- La semana pasada, el líder indígena Alberto Pizango presentó su candidatura a la Presidencia de la República por el partido político Alianza para la Humanidad (APHU), agrupación que cuenta con el respaldo de AIDESEP, pero que aún no está inscrita en el JNE.
Así, el importante movimiento indígena que, luego del Baguazo, logró el respaldo de no pocas organizaciones políticas y sociales, hoy presenta una candidatura relativamente aislada y con pocas posibilidades de éxito electoral. ¿Esto es que lo queda del post Bagua? ¿Qué explica esta situación?
Candidatura testimonial
Es poco probable que la candidatura de Alberto Pizango logre despegar. En primer lugar, porque su natural “colchón de votos” se encuentra principalmente en los nativos de la Amazonía, quienes, en la actualidad, no pasan del millón. Asimismo, aunque luego del Baguazo el movimiento indígena pasó a ser un actor social que generó una serie de adhesiones y simpatías, es muy difícil que estos sentimientos se conviertan en apoyo electoral, pues actualmente el tema amazónico no despierta el mismo interés.
En segundo lugar, un sector de los medios de prensa percibe en la aspiración política de Pizango una mera candidatura radical y antisistema, que se estaría aprovechando del conflicto para obtener réditos políticos.
En tercer lugar, las heridas del Baguazo siguen abiertas. Recordemos que aún no tenemos un balance oficial de lo que realmente sucedió el 5 de junio de 2009, pues no todos los miembros de la comisión que investigó estos hechos respaldaron el informe final. Asimismo, la ley de consulta previa, un elemento clave en el proceso de reconciliación, sigue entrampada en el Congreso.
Agenda amazónica
¿Por qué la agenda amazónica parece no tener la misma importancia política si los grandes intereses económicos avanzan en esa dirección? Hasta el momento, los partidos políticos no han logrado recoger las demandas indígenas en base a un programa que integre temas claves como la consulta previa y la defensa de las comunidades amazónicas.
Lo que hay, más bien, son acuerdos para integrar líderes indígenas en las planchas electorales, como por ejemplo lo ha hecho el Partido Humanista que lidera el ex premier Yehude Simon. Esperemos que esta iniciativa no caiga en saco roto, ahora que el humanismo ha sellado una alianza con organizaciones políticas que no precisamente se han caracterizado por salir en defensa de los pueblos amazónicos.
Por otro lado, si bien el Partido Nacionalista ha mostrado un interés por recoger las demandas de la Amazonía donde destaca, por ejemplo, el compromiso en la defensa del territorio y de los recursos naturales, esta visión programática no se ha plasmado en una alianza política con organizaciones como AIDESEP. Para el nacionalismo este es un tema pendiente y por recuperar, si tal como lo afirman buscan construir una sociedad plural, multicultural y pluriétnica.
Finalmente, resulta importante para el fortalecimiento de nuestra democracia la participación de líderes amazónicos en las contiendas electorales. Sin embargo, si no existe una real oportunidad de que la agenda amazónica entre al debate electoral, la sola presencia testimonial de un candidato amazónico será un esfuerzo muy limitado. Es una lástima que un movimiento social tan importante termine aislado por el desinterés de quienes, antes, se peleaban por representarlos.
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