miércoles, 20 de octubre de 2010

La próxima guerra será por el agua

El antropólogo y arqueólogo Brian Fagan acaba de publicar ‘El Largo Verano’, un extenso análisis de los cambios climáticos desde la Era Glacial hasta la actualidad.

En nuestro empeño por protegernos de la naturaleza, los seres humanos cada vez somos más vulnerables a los desastres producidos por el clima. Esta es la conclusión de Brian Fagan en El Largo Verano, un libro que recoge los cambios climáticos en los últimos 15 mil años y sus implicaciones con el auge y la desaparición de las civilizaciones. Este arqueólogo y antropólogo británico, profesor emérito de Antropología en la Universidad de Santa Bárbara (Estados Unidos) donde actualmente reside, es un estudioso del pasado que dice “asustarse” cuando mira hacia el futuro.

- Al inicio del libro, narra cómo el ejército o distintas leyes norteamericanas han intentado controlar el río Misisipi y los desastres que se han ido sucediendo. ¿Los humanos siempre intentemos controlar la naturaleza en lugar de adaptarnos a ella?

El Misisipi es sin duda un río muy peligroso y difícil de controlar. La pregunta es ¿podemos hacerlo con la tecnología moderna? Y como el huracán Katrina nos enseñó, ese control conlleva muchos problemas… ¿Pueden los humanos controlar ríos como el Misisipi, que han sobrevivido cientos de años sin ser controlados? Ahora empezamos a conseguirlo, pero nuestros actos hacen cambiar el entorno, provocando al final más sufrimiento humano. ¿Podemos vivir sin esos controles que plantean nuevos problemas, son caros y posiblemente no se pueden realizar? Creo que es probable que si persistimos en ello el daño será más severo. Como humanos debemos empezar a preguntarnos si podemos controlar la naturaleza o no y, para mí, la respuesta es no, no podemos, pero tenemos que vivir (enfatiza) con la naturaleza.

- De acuerdo con la teoría que plantea, el clima ha ayudado a hacer florecer y extinguir civilizaciones, ¿cómo?

Desde hace poco, no sabíamos casi nada acerca del clima del pasado. En los últimos diez años, una gran revolución en la ciencia, en parte gracias a la investigación sobre el calentamiento global y los desastres producidos por El Niño, nos ha permitido conocer más el clima del pasado y darnos cuenta que es una de las cuestiones que más ha afectado al desarrollo de las sociedades humanas. Es como si lanzas una piedra a un estanque de aguas calmadas. Los anillos que se crean, probablemente más tarde, acabarán causando algún daño. Estos cambios que provoca el clima generan a su vez cambios sociales: un rey derrocado, una cuidad destruida, la masa de la población pidiendo soluciones… Los efectos acostumbran a ser indirectos.

- Hoy día 200 millones de personas viven en zonas marginales para la agricultura y el resto vivimos en ciudades superpobladas. Usted comenta que si llega el desastre, no podremos irnos a ningún sitio, ya que también estará poblado… ¿Algo apocalíptico?

Sí… Muchas de las personas que más problemas tienen con el clima viven en regiones tropicales, millones de personas viviendo, como decías, en zonas en las que la agricultura es muy complicada a causa de la falta de agua. En el siglo XIX, 20 o 30 millones de personas murieron a causa del hambre provocada por grandes sequías; el problema hoy, que hay mucha más gente, puede ser más grave. Sólo hay que ver zonas como el Sahel, Etiopía… En estas áreas hay pocas carreteras y una logística en general muy complicada, además de problemas políticos. También es difícil para nosotros, que vivimos en América o Europa, entender la pobreza, el sufrimiento y preocuparnos por ello. Y este es el gran problema para el futuro, si el clima se calienta, cosa que pasará, habrá más sequía, más sufrimiento y más problemas.

-Y no podremos escapar…

Sí claro, pero la otra cara de la moneda es que tampoco nos entendemos. Poca gente entiende esto, poca gente entiende a las sociedades africanas y uno de los retos del futuro es entendernos mejor entre todos. Europa está a la cabeza, América está mucho más aislada del Tercer Mundo. Creo que las mayores guerras del futuro serán en torno a una sola palabra: agua, agua (lo repite en español) y sequía. El futuro de la humanidad depende del grado en el que los americanos y europeos nos preocupemos por el sufrimiento de la gente que no vive donde nosotros. Es como pensar en la familia y en los demás, en nosotros y en ellos. Debemos empezar a pensar en “ellos”.

- El gran problema será el agua, la falta de ella o que haya demasiada, sobre todo para los terrenos insulares…

Sí. Los problemas son difíciles de imaginar. Hielo deshaciéndose y elevando el nivel del mar, la sequía… Es difícil ver dónde empezará, pero en mi opinión lo más grave será la sequía.

- ¿No hay forma de parar este aumento de nuestra vulnerabilidad frente al clima?

No. Hay un estudio hecho en Inglaterra que establece que en 50 años, el 18% de la humanidad vivirá en entornos de extrema sequía, en lugar del 3% actual. Este informe está creado con un patrón por ordenador y evidentemente puede variar, pero que este porcentaje crecerá, es seguro. Yo estudio el pasado y cuando miro al futuro acabo muy asustado. Soy un hombre mayor y no estaré aquí (ríe) pero debemos invertir seriamente en el futuro de una forma que aún no hemos entendido.

- Explica en El Largo Verano que hace 15 mil años que la tierra se está calentando, con un corto invierno del 1300 a 1860, ¿hasta qué punto las acciones humanas han contribuido a este calentamiento global?

Hay diferentes cosas juntas. La primera es que en los últimos 5 mil años cada vez más vivimos en ciudades densamente pobladas, como Barcelona o Londres. El segundo problema, más serio, es que hay cada vez más gente. Incluso yo que tengo 71 años he notado ese aumento de gente desde 1950. Esto contribuye al problema, no podemos movernos como hacíamos en el pasado. Mi mayor lección sobre esto es el daño que la civilización ha hecho, hasta qué punto nos hemos convertido en vulnerables.

- A ello hay que sumar la Revolución Industrial… En el epílogo usa la metáfora de la civilización actual como un gran petrolero. Los que dirigen el barco nos dicen que los grandes nubarrones en el horizonte no son una tormenta. ¿No se preocupan ya que no les importa o simplemente no lo saben?

Es como las dos formas de afrontar un cáncer: puedes negarlo o hacer algo, aquí ocurre lo mismo. Nos enfrentamos con un problema a largo plazo, que no afectará a las elecciones, es muy lejano pensar en lo que ocurrirá en los próximos 100 años, esta gente gobernará sólo unos pocos años, ese es el problema. A esto hay que unir el hecho que reyes, presidentes, primeros ministros o lo que sea no tienen ninguna consciencia social, no les importa. En América, por ejemplo, mi opinión es que el negocio privado se está tomando los problemas climáticos de forma más seria que el gobierno.

- Sólo hay que ver que Estados Unidos no firmó el Protocolo de Kyoto.

En Europa hay más conciencia sobre el cambio climático, probablemente porque hay lugares como Holanda que sí ven claramente los efectos de los cambios en el nivel del mar. Los problemas del cambio climático a largo plazo seguramente harán cambiar a Estados Unidos, pero para países como India o China o los países en desarrollo las soluciones políticas serán mucho más complejas. Por eso, el petrolero es un buen ejemplo, le quedan 10 km para pararse, así que… Y tener gobiernos que no se preocupan empeora las cosas. Pero lo bueno es que en Europa cada vez más gente piensa en todo esto. En estos dos días de mi visita he visto más gente pensando en los cambios del clima que los que he visto en América en meses y no hay que referirse sólo a Al Gore, hablo en general.

- No hace mucho el líder de la oposición en España decía que el cambio climático no podía ser el gran problema mundial…

Desde niño he oído hablar sobre bombas atómicas, sobre guerras… Y ahora oigo cambio climático y cada vez los periódicos ¡ti ti ti! (hace un gesto como si avivara un fuego). Ahora la gente dice no, por favor, no más cosas, quiero una buena vida, una vida tranquila y no escuchar a los periódicos. Y hay otro problema: nos ponemos histéricos, nos alarmamos de repente, cuando realmente estos son problemas serios que no desaparecerán y debemos vivir con ellos. ¿Tiene sentido lo que digo?

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Fuente: Ugo Olcese: http://ugoolcese.wordpress.com/las-mayores-guerras-del-futuro-seran-en-torno-a-una-sola-palabra-agua/

domingo, 10 de octubre de 2010

Southern: una historia de la contaminación



Editorial. Historia (con la Southern Copper Corporation) de tres comunidades afectadas por la minería de Apurímac

En el editorial anterior señalamos que se viene en el país un nuevo boom minero, con énfasis en la sierra sur peruana (Ayacucho y Apurímac, además de Arequipa), lo cual implicará una serie de impactos socioambientales, que difícilmente serán todos positivos, a contracorriente del discurso oficial y empresarial. Uno de los protagonistas de ese boom es la empresa Southern Copper Corporation-SCC (antes Southern Perú Copper Corporation), perteneciente al Grupo México. Dicha minera tiene, en realidad, una larga historia en el Perú, habiendo sido creada en 1952 como subsidiaria del consorcio estadounidense ASARCO, que tenía el 52% de las acciones, siendo los otros socios Phelps Dodge Overseas Capital Corporation (16%), Marmon Group Inc (20.7%) y Newmont Mining Corporation (10.7%).

Si bien el nombre de la SCC sonó en los últimos meses en los medios nacionales y otras esferas públicas y privadas a causa del conflicto social, consulta vecina incluida, que despertó su proyecto Tía María en el distrito de Cocachacra, provincia de Islay, región de Arequipa, su historia está indesligablemente unida a sus operaciones mineras en Cuajone (Moquegua) y Toquepala (Tacna), así como metalúrgicas en Ilo (Moquegua). Sin embargo, en los últimos 15 años la SCC ha ido dejando un legado no menos polémico también en el distrito de Tapairihua, provincia de Aymaraes, Apurímac, a raíz de su proyecto Los Chancas. Proyecto de exploración que desde 1996 viene generando una serie de impactos en el anexo de Quichque y las comunidades vecinas de Tapairihua y Tiaparo. En principio, la empresa construyó carreteras de acceso, destruyendo tierras de cultivo y debilitando los suelos, lo cual provocó, durante las lluvias, derrumbes y deslizamientos que sepultaron al colegio primario, la capilla y viviendas de pobladores de Quichque. Ante los daños sufridos a su infraestructura, los pobladores del anexo le pidieron a la empresa una compensación, obteniendo sólo ofrecimientos de parte de aquella. Otro elemento de conflicto es que la empresa sólo empleaba a unos pocos lugareños, a los que hacía trabajar 12 horas, sin pagarles el salario completo, según denuncias locales.

En agosto del 2000, la empresa respondió negándose a indemnizar a Quichque por los daños, ofreciendo que le restituiría el agua recién en noviembre, pues esta era muy necesaria para su proyecto. A fines de setiembre, representantes de Quichque le informan a la empresa que sólo negociarían una compensación económica con ella por separado de las comunidades de Tapairihua y Tiaparo, con las que tenían un antiguo juicio de linderos. Entonces, la Asociación Centro Unión de Quichque, ubicada en Lima, pidió a la empresa, a nombre de su comunidad, lo siguiente: un pago global por daños de 500,000 dólares; la suspensión del proyecto minero Oso 4; la restitución del agua potable y de regadío del anexo, reparando o construyendo un nuevo reservorio; la interrupción de cualquier ruta de comunicación del asiento minero con el distrito de Tapairihua y el retiro del proceso judicial iniciado contra el representante de Quichque. El Ministerio de Energía y Minas (MEM) informó en setiembre del 2000 al Congreso de la República que carecía de información respecto a si la construcción de la carretera Huayllao-Quichque “que efectúa una empresa minera en Apurímac con fines de exploración y explotación de minerales, viene causando daños ecológicos” (Oficio No 434-2000-EM-SG-ST). Y acusó recibo de la carta del 25 de octubre de los dirigentes de la comunidad sobre su conflicto con la empresa minera. A fines de octubre del 2000, representantes de la comunidad se dirigen al director general de minería del MEM para denunciar los daños y abusos sufridos por parte de la empresa. Agregaron que ésta no les presentó un Estudio de Impacto Ambiental respecto al yacimiento en cuestión, que la carretera construida no contaba con la autorización correspondiente y que el verdadero titular del yacimiento no es una persona natural, como se consigna en el petitorio, sino la minera. Un representante comunal tramitó en febrero del 2001 la certificación por parte del destacamento de seguridad policial del Puente Antarumi-Aymaraes de los efectos adversos de la construcción de la carretera hacia la zona del proyecto minero, ocurridos en mayo del 2000. Poco después, representantes de la comunidad en Lima exigieron ante el MEM, el Ministerio de la Mujer y Promoción del Desarrollo, la Defensoría del Pueblo y el Ministerio de Agricultura el inmediato retiro de la empresa de las tierras de la comunidad.

Por su parte, también en febrero, la presidenta de la comunidad de Tiaparo le escribió al coordinador regional del CORECAMI-Apurímac para denunciar las irregularidades cometidas en su zona por la empresa minera Southern Perú Cooper Corporation “Los Chancas de Apurímac”, afectando en especial a sus anexos Quichque y Flor de Huarancca. Precisó que la empresa instaló motobombas en los puquiales para llevar agua a las maquinarias de perforación, contaminando el agua que riega los pastos naturales, lo que causó la muerte de animales. Agregó que la empresa pretendía comprar a su antojo las tierras de los pobladores, bajo amenaza de acogerse a la Ley de servidumbre. El 12 de marzo del 2001, el alcalde de Tapairihua, solicitó ante el Juzgado Mixto de Abancay una medida cautelar que disponga la suspensión de los trabajos de exploración minera de la Southern en la zona del Huipani. Pidió eso “en tanto se resuelva el proceso de cancelación de la concesión e indemnización por daños y perjuicios y el cobro de frutos civiles que pretende interponer en forma y plazo de ley”. El 3 de abril se dictó la medida cautelar excepcional solicitada.

Sin embargo, un hecho que alteró por entonces la marcha de las cosas fue la extraña muerte de una comunera, durante la gresca entre las dos comunidades del 10 de abril, en la zona de Cruz Ccasa. Esa persona era casualmente una de las pocas que se oponía abiertamente a los abusos de la minera. Por si fuera poco, ambas comunidades se culparon entre sí de haber iniciado la agresión a la otra. La minera, según pobladores de Tiaparo, le habría proporcionado “hombres y conductores” a los de Tapairihua, a los que dejó pasar en vehículos por su control policial. Las autoridades de Tiaparo también se dirigieron al prefecto de Apurímac para pedirle garantías personales y comunales a favor de los tiaparinos, acusando a los de Tapairihua de querer invadir sus tierras, en el contexto de un juicio de linderos. Por su parte, ese mismo mes, el presidente de Tapairihua le comunicó a la Asociación de Residentes Tapairihuinos de Lima que ellos actuaron a fin de recuperar una cosecha de papas robada por los de Tiaparo, cuya respuesta fue el ataque con piedras y balas.

Este año, algunos hechos actualizaron los hechos relatados arriba. En primer lugar, el 17 de enero Tapairihua convocó a un paro de 24 horas, acatado por todos los pueblos de la cuenca media y baja del río Antabamba, obligando a la empresa a dialogar con las autoridades y dirigentes comunales. Sin embargo, en marzo, justo cuando Tiaparo y Tapairihua trataban de resolver sus antiguas diferencias y enfrentar juntas a la minera, la justicia apurimeña resolvió el derecho de posesión de tierras a favor de Tiaparo, reviviendo las viejas rencillas entre ambos pueblos. Debido a que Tapairihua apeló, actualmente el caso está en la Corte Suprema. Por ello, no fue aprovechada la publicación, en abril, de un estudio de calidad hídrica efectuado por la Dirección de Ecología y Protección Ambiental de la Dirección Regional de Salud de Apurímac. Estudio que halló metales como hierro, cobre, plomo y cadmio en los principales afluentes y cuerpos de agua de las comunidades de Tiaparo y Tapairihua, contiguos a la zona del proyecto Los Chancas. Más bien, la empresa modificó su estrategia de relacionamiento comunitario, con un nuevo equipo de profesionales, que tienen ascendencia en la zona por haber sido funcionarios de la desaparecida Corporación de Desarrollo (CORDE). Por último, a principios de mes, a través de algunos medios capitalinos, se conoció que la SCC terminará el estudio de factibilidad o viabilidad para su proyecto de cobre y molibdeno Los Chancas a principios de 2011, y que desarrollarlo representará una inversión de 1,200 millones de dólares, estando programado su inicio en el 2013. Sin olvidar que el año pasado la empresa anunció que está evaluando dos proyectos de centrales hidroeléctricas, uno en Arequipa y otro en Apurímac. De modo que mientras las comunidades afectadas se enfrentan entre sí, la empresa sigue avanzando, con estrategias y metas claras, además de un entorno político regional favorable, tras la victoria del nuevo presidente regional, Elías Segovia, un hombre proveniente del círculo fujimorista. Esperemos que la Mesa de Minería y Desarrollo Regional de Apurimac, a través de su intervención empoderante en la zona, logre revertir paulatinamente la división intercomunal.

Raúl Chacón Pagán, con la colaboración de Paul Pilco

Fuente: EL E-COCHASKI Nº 58. Notas socioambientales del Perú (y allá). Lima, 10 de octubre del 2010.